Es
para mí un honor escribir este editorial como apertura a un nuevo número de la
Revista Borromeo, aportando algunas consideraciones sobre la cuestión de la
investigación.
Agradezco
a los maestrandos en psicoanálisis, pues el trabajo con ellos me ha dejado
mucha enseñanza pues la investigación de cada uno es una excelente oportunidad
para reflexionar respecto de lo que implica un trabajo de investigación, en su
particularidad y originalidad.
En
principio siempre se trata de interrogar la complejidad de las propuestas
epistémicas, reconociendo a la duda, que es hija de la epistemología, de todo
lo que se sabe, de todo lo que es nuevo - llamado "producción del
conocimiento"- y también de todo lo que hace sentido a la creación.
Partiremos
de una posición compartida: no ser complacientes con la falsa
interdisciplinariedad y la dictadura del conocimiento sin reflexión.
A
todos los investigadores les deseo el coraje de atravesar la dificultad del
intento que consiste en interpretar, en realizar una lectura de un cierto real,
"el sujeto y sus vicisitudes", y la consideración al respecto del
Psicoanálisis y de la Psicología Social, no
olvidándonos que siempre se trata de la relación del sujeto y con la cultura,
es decir, del sujeto y el lenguaje.
La intención es sostener una modalidad
"foucaultiana" que cada uno verá el modo de hacer propia, de tal
manera que, por un lado, no escatimarán esfuerzos en producir efectos de
verdad, y por el otro, dejarán abierto el espacio para que ellos puedan convertirse
en instrumentos para otros investigadores, dentro de las luchas posibles que la
propia investigación implica.
Investigar siempre implica descifrar un estado de la realidad
de modo tal que de él surjan las líneas de fuerza y fragilidad, los caminos trazados
y los atajos. ¡Es una de sus virtudes!
En su trayecto, el efecto de verdad está en mostrar que lo
real es polémico, que puede advenir en formas por inventar y organizaciones por
definir.
"Leer un real" implica leer la historia, trazar
interpretaciones en las realidades, caminos posibles que puedan convertirse por
medio de transformaciones indispensables en mojones orientadores de rutas por
seguir, verificándolos o no, pero siempre abriendo a una heterogeneidad. Eso es
el empuje del investigador.
¡Levantarán su voz! Es necesario que las voces de una
cantidad de investigadores resuenen respecto de que la experiencia es
innumerable.
El trabajo investigativo no se puede prestar a ninguna
hipertrofia de ideología alguna -ni monástica ni revolucionaria-. Solo requiere
que se luche con valentía por el deseo de saber.
Los planteos que se presentan se fundamentan en hechos
concretos -la clínica del sujeto y la clínica de la cultura-, en diálogo
necesario para todo tratamiento del sujeto. Un investigador no puede considerar
tales hechos como desapercibidos y mucho menos como desconocidos, ni tampoco
convertirlos en imposibles. Cada uno pondrá su energía en intentar que lo
imposible se pueda llevar a cabo. Razón suficiente para la paciencia que
implica el recorrido realizado en una investigación.
El motivo principal siempre es la reivindicación del sujeto
en relación a la sociedad y la cultura de su época, permitiéndose un
replanteamiento de la misma.